Publicado en Esperanto, en noviembre de 2001, en la revista:
Bolchevismo a escala mundial contra la globalización capitalista
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capitalista en su actual fase de globalización, se defiende con una brutal intervención
policial. Esta brutalidad policial ya se dejó sentir en movilizaciones anteriores, en Praga y
otros lugares, pero fue especialmente importante en esta última ocasión en Génova: un
joven manifestante murió por un disparo dirigido directamente a él.
El propio sistema, su aparato ideológico: la prensa y otros medios de comunicación,
gestiona, controla y manipula la información sobre estos actos. Si la manifestación es
pacífica, tranquila, sin incidentes violentos, el sistema extrae de ella el beneficio
correspondiente; la normalidad se interpreta como la aceptación de hecho de la situación
real por parte de la gente. En general, ni siquiera prestan atención a quejas de este tipo.
Una manifestación pacífica no es noticia, por lo que a menudo la prensa ni siquiera
informa sobre tales normalidades. La mayoría de los movilizados contra la globalización
capitalista se mantienen pacífica y legalmente dentro de los límites de las manifestaciones
permitidas. Permitidas pero no enfatizadas: como se dijo, las quejas pacíficas son
normales, por lo tanto, no son dignas de mención ni merecen ser reportadas. De esta
manera, se sofoca o aniquila la expresión de los lamentos y desesperación de una gran
parte de la humanidad perjudicada por el sistema capitalista global.
Para romper las barreras de la desinformación no hay que actuar pacíficamente, quejarse
duramente, manifestarse de forma fuerte, algo violenta, ilegal... y también hay muchos
activistas contra la globalización capitalista que eligen ese camino. Y también en ese caso
el sistema sabe cómo sacar provecho de ese hecho. Es necesario informar sobre los graves
disturbios con motivo de las movilizaciones contra la globalización, pero en este caso el
énfasis está en el salvajismo y la brutalidad de los manifestantes para asustar a los
ciudadanos y provocar su rechazo y disgusto hacia los y las activistas anticapitalistas.
Si el capitalismo de la etapa de la mundialización devolvió nuestro mundo a la situación
anterior al o 1917, por la pérdida de los derechos de la clase obrera y el deterioro de su
situación socioeconómica, como reacción necesaria sucede también que las
movilizaciones y la lucha contra el capitalismo adquiere características leninistas,
bolcheviques. Semejante desarrollo de las formas de lucha de la izquierda, completamente
imprevisible hace unos años, desafía por completo el pensamiento de aquellos teóricos,
también entre los intelectuales de izquierda, que se apresuraron a jubilar a Lenin, alegando
que las ideas y teorías de ese revolucionario ya no son válidas para nuestro tiempo. La
realidad nos muestra que todas las posibilidades están abiertas y que habrá un futuro largo
y brillante para la forma bolchevique de hacer las cosas.
Debo explicar, sin embargo, que tomo el término bolchevismo en su sentido amplio, no
según su significado histórico; Explicaré esto: llamo aquí bolchevismo a un tipo
específico de personas que ya existían antes de la época de Lenin. El término, aplicado a
personas de este tipo, apareció, hace aproximadamente un siglo, para referirse a la más
radical de las tendencias de la socialdemocracia rusa. Parecía, por tanto, definir un tipo
humano concreto, pero ese tipo humano ya existía entonces. Había bolcheviques entre
los seguidores de Espartaco, líder de la rebelión de esclavos en el siglo I a. C. También en
las numerosas rebeliones de campesinos que tuvieron lugar en Europa a lo largo de la
Edad Media. Muchos combatientes y organizaciones que desempeñaron un papel durante
la etapa inicial de la Reforma Protestante también pertenecían al tipo de gente
bolchevique, por ejemplo los seguidores de Muntzer. De hecho, de una de esas
organizaciones surgió la llamada: «Liga de los Justos», que pasó a llamarse «Liga
Comunista» por iniciativa de K. Marx y F. Engels. Y también los revolucionarios de la
comunidad parisina, que constituyeron el modelo ideal que inspiró a Lenin. Los rasgos y
características esenciales de este tipo de activistas o revolucionarios son: plena conciencia
contra la explotación de clases, intensa dedicación a la lucha de clases, una postura radical
contra el orden social injusto, un sentido de urgencia por completar etapas del proceso de
desarrollo social, una vocación de desempeñar un papel protagonista como agente y actor
de los cambios sociales... Destaco dos características principales de esos voluntarios:
Primero: tienden a actuar como levadura en la masa, es decir, ser instigadores de la
movilización de masas, incluso si su activismo es de algún modo elitista; pretenden ser
vanguardia, pero vanguardia de algo masivo. Y segundo: su lucha siempre está dirigida
hacia alguna causa universal como la liberación de la humanidad de la explotación de
clases, el imperialismo, los sistemas opresivos: colonialismo, feudalismo, capitalismo...
Esto excluye de ese conjunto a los terroristas, que con su actividad crean una especie de
marco en el que las masas no pueden actuar, y a los integracionistas, fundamentalistas,
nacionalistas, los combatientes de los distintos bandos en conflictos como los de la ex
Yugoslavia, la Oriente Medio, Irlanda del Norte... que lo apuntan a objetivos limitados
relacionados con su propio país, grupo étnico, religión, etc., aunque muchos de ellos, en
algunos casos, poseen otras de las características antes mencionadas de los activistas
bolcheviques.
Pues bien, a los luchadores de ese tipo humano bolchevique me atrevo a asignarles y
atribuirles un papel importante en la lucha contra este podrido sistema capitalista del
proceso de globalización que ahora se desarrolla.
Sí, hoy la situación mundial no se parece en nada a la de la época de Lenin. Actualmente,
parece imposible establecer, en cualquier parte del mundo, un sistema anticapitalista
alternativo, como ocurrió tras la victoria de los bolcheviques en Rusia después del año
1917. Pero, sí, es posible conquistar posiciones populares y poder obrero en algunas áreas
o territorios de la realidad mundial. No es posible concretar mucho la situación y la
naturaleza de estas áreas, porque la realidad siempre excede la imaginación teórica, pero
el caso de los zapatistas de México, otros bolcheviques de nuestro tiempo, puede usarse
como ejemplo. Su ejemplo nos muestra formas y maneras de luchar para alcanzar y
mantener posiciones en las difíciles condiciones de la lucha de clases de esta época.
Además, ninguna situación histórica repite posiciones y relaciones de poder anteriores.
Hoy hay novedades en la lucha de clases a escala global, es decir la novedad es que la
lucha de clases también es a escala global; la tendencia global también concierne a las
fuerzas anticapitalistas: las citadas movilizaciones contra el sistema unen a activistas -
bolcheviques- de todas partes del mundo, y se organizan y coordinan a través de Internet.
Pues bien, siendo como somos un colectivo comunista -algo que está muy relacionado con
el bolchevismo- y siendo, además, esperantistas -algo que está muy relacionado con el
universalismo, la escala global, la internacionalidad-, cabe que nos preguntemos cuál es
nuestro papel en esa lucha de clases global y a escala mundial-
En mi opinión, nuestra tarea es doble, es decir: para nosotros hay una tarea práctica,
inmediata, inmediata, y también una tarea teórica cuya necesidad se sitúa en el futuro. En
las movilizaciones contemporáneas contra las instituciones globales del sistema capitalista
como una organización más junto y entre las muchas que actúan en ese frente, con la
especial circunstancia de que contamos con un eficaz instrumento lingüístico que facilita
las relaciones de los diversos sectores lingüísticos y multiculturales. colectivos de la clase
trabajadora y trinchera progresista de la lucha de clases.
Y también hay una tarea de investigación teórica. Cualesquiera que sean las circunstancias
en las que nuestras fuerzas establezcan un nivel o alcance del control de la situación,
podemos estar seguros de que nos enfrentaremos a una situación completamente nueva
para la que las fórmulas y experiencias anteriores no serán adecuadas. Debemos
esforzarnos en construir la nueva realidad y debemos ser capaces de garantizar la
preservación de las posiciones adquiridas. Es una importante responsabilidad de la
intelectualidad revolucionaria comprender las causas que hicieron posible el fracaso y el
retroceso que sufrieron nuestras posiciones revolucionarias a finales del siglo pasado. Es
una responsabilidad importante de los intelectuales de izquierda garantizar que tal
catástrofe no vuelva a ocurrir en el curso de la lucha de clases que deberá allanar el
camino hacia el más alto nivel de libertad, hermandad y justicia en las relaciones
interpersonales e interétnicas.